Esta nueva temporada estamos dispuestos a conseguir grandes logros y este blog quiere ser una prueba fehaciente de ello.
Esta sección informal de Doble Ocho se abre con esa finalidad ¡Todo sea por el buen nombre de Doble Ocho!

jueves, 1 de septiembre de 2011

1. Cinco "miles" para empezar

30 de agosto de 2011

La temporada la inauguramos con la conquista de cinco miles.

Molata
Morrón de la Peguera
Morra del Cocón
Morra de los Trancos
Morra del Tabaco


Dos de las cimas conquistadas



LO MEJOR: LOS "CARZONCILLOS"
Miles en la diputación de La Culebrina
 
El martes 30 de agosto el secretario y el vocal de escalada (quién suscribe) de dobleocho fueron de “miles” por los agrestes parajes de la Hoya del Navajo en la sierra del Pericay, situada entre Zarzilla de Ramos, el embalse de Valdeinfierno y la Diputación de La Culebrina. El despertador falló y la salida se retrasó más de media hora: así comenzó la jornada, vaticinando que iban a sucederse una serie de contratiempos en absoluto previstos, ni siquiera imaginados.... 

Primero unos cuantos kilómetros de coche por la autovía en direción a Lorca y después hacia La Paca, para desviarnos posteriormente desde esa carretera hacia Zarcilla de Ramos y desde esa pequeña localidad coger una carretera/camino hacia el embalse de Valdeinfierno. Luego comenzamos la subida hacia el albergue juvenil de casa Iglesias (antigua casa forestal) por camino de tierra y después seguimos subiendo hacia la hoya del navajo, dejando el coche en un cruce de caminos al pié de La Molata (1085 m).

Comenzamos la primera ascensión bajo un manto de alas de buitres que nos acompañaron por las laderas/pedrizas hasta la cima. El secretario coronó el primero espantando con su extraordinario cuerpo a un buitre que nos esperaba indolente en la cima de La Molata. Tras las fotos de rigor y la contemplación de las magníficas vistas iniciamos el descenso.






Ahora venía la parte dura de verdad, la aproximación por pista forestal a la Hoya del Navajo y la ascensión al primer mil de los cuatro miles que la esconden, el Morrón de La Peguera (1332 m) por el cortafuegos que lo parte en dos, muy empinado. Llegamos a la base y comenzamos a subir, despacio, por supuesto, y parando varias veces a respirar. Llegamos extenuados pero sin perder las ganas de hacer el ritual de las fotos acreditativas de la azaña. Decidimos comer algo por allí y fué cuando el secretario sacó de su chistera dos cervezas bien frescas que nos bebimos con deleite. 



Continuamos posteriormente la marcha por el cortafuegos, que descendía y luego ascendía a la siguiente cumbre, La morra del Cocón (1369 m). Aunque la pendiente no era tan fuerte como la anterior, tanto el cansancio acumulado como el terreno pedregoso iban haciendo mella en nuestros cuerpos. Durante la ascensión una tormenta seca con relámpagos y truenos nos acompañó sobre nuestras pero desapareció justo cuando hacíamos cumbre y entonces vimos un espectáculo maravilloso a lo lejos, en el fondo del valle: la lluvia localizada en un área concreta cayendo desde esas nubes que nos habían acompañado y que, a nuestra misma altura, estaban un poco más allá.





Nuestro siguiente mil era la Morra de los Trancos (1328 m) al que llegamos continuando la marcha por el cortafuegos, que giraba 90º en la Morra del Cocón. Esta cima fué la más fácil de ascender.




Desde aquí bajamos por un proyecto de camino que encontramos hasta la hoya del Navajo y en ella nos hicimos unas fotos y nos detuvimos para estudiar por dónde íbamos a acometer la ascensión a la Morra del Tabaco (1389 m) pues sus laderas tienen muchos pinos y vegetación de media altura. Una vez decidida la ruta, nos encaminamos con paso cansino pero machacón...



Tras varios descansillos, comprobaciones de la ruta en el gps y respiraciones profundas llegamos a la cima empapados en sudor, y procedimos a echarnos las fotos de rigor: entonces me dí cuenta que había perdido mí cámara; alguna rama pudo abrir la cremallera del bolsillo de la mochila donde estaba guardada o qué se yo....



Otro bocadillo, un rato de descanso y comenzamos el sinuoso descenso siguiendo la misma ruta, gracias al gps, para ver si encontrábamos la cámara. Así volvimos a la hoya del Navajo, sobre nuestros pasos, pues recordaba que ése era el último lugar donde la había utilizado, pero no la encontramos: mucha vegetación, rocas que forman infinidad de oquedades bajo el suelo, en fín, fué imposible.

Decidimos iniciar la vuelta descendiendo desde el collado que hay entre el morrón de la Peguera y la morra del Tabaco para llegar al camino por el que habíamos venido desde dónde habíamos dejado el coche. También fué duro dicho descenso pues no hay sendas y el terreno tiene mucha vegetación y pedriza que nos provocaron más de un resbalón, pero al fín llegamos al camino y ya solo quedaba caminar tranquilamente hasta el coche con la poca agua que teníamos....

Fué entonces cuando comentamos lo “cómodos” que habíamos andado todo el día con los “carzoncillos” que llevábamos puestos: unos que adquirimos en decathlon especiales para evitar roces indesados en las partes nobles... Una maravilla.



Bueno, quedaba lo más importante: encontrar algún lugar en el que tomar unas cervezas bien frescas...
 
Llegamos al coche, iniciamos el regreso hacia Zarcilla de Ramos y encontramos un bar, quizá el único del pueblo, al que entramos: la cerveza que nos sirvieron estaba fresquísima, más que en muchos baretos de la capital...

Y con esto acaba la jornada de montaña que hicimos ese día... bueno en realidad acabó con las Bierre Du Demond que nos tomamos al llegar a mi casa...

Texto: Angel, vocal de escalada
Fotos: José Ramón, secretario


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